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¿Primero fue la medicina o la enfermedad?

 Enfermedad y medicamento a través de los tiempos: una historia compartida desde los orígenes

La respuesta no es tan simple como parece. Sobre nuestro planeta apareció primero la vegetación; después los herbívoros; posteriormente los mamíferos. Y la botánica brindó los medicamentos del inicio…

Asomarse al Museo del Hombre en París no responde todas las preguntas acerca de nuestros orígenes, pero permite hipótesis sobre un pasado común que se pierde en la noche de los tiempos. Porque la historia de ser humano es la de su cultura y salud.

La historia de la medicina comienza mucho antes de que existieran hospitales, microscopios o diagnósticos clínicos. Comienza en la prehistoria, cuando los primeros seres humanos enfrentaban dolencias sin nombre, sin explicación, y sin más herramientas que la observación, la intuición y la naturaleza.

Los fósiles humanos revelan que la enfermedad ha sido una constante desde nuestros orígenes. La tuberculosis, por ejemplo, es una de las enfermedades más antiguas conocidas: se han encontrado rastros de esta infección en esqueletos que datan de hace más de 9.000 años, aunque algunos estudios sugieren que podría haber existido desde hace 500.000 años.

Otra enfermedad milenaria es la malaria, transmitida por mosquitos, que fue descrita por primera vez en textos chinos alrededor del año 2700 a.C., aunque su origen se remonta aún más atrás. Se estima que ha sido responsable de millones de muertes desde la Edad de Piedra. En regiones tropicales, los pueblos antiguos combatían sus síntomas con infusiones de plantas como la artemisia, una práctica que siglos después inspiraría el desarrollo de medicamentos modernos.

La neumonía, aunque difícil de rastrear arqueológicamente por afectar tejidos blandos, fue descrita por Hipócrates, el padre de la medicina, en la Grecia clásica. Su presencia en la historia médica sugiere que los pulmones humanos han sido vulnerables desde tiempos inmemoriales.

En Australia, esqueletos que datan del 8000 a.C. muestran signos de tracoma, una infección ocular que puede provocar ceguera. Esta enfermedad, también descrita por Hipócrates, afectaba a comunidades enteras, y sus tratamientos incluían lavados con agua de hierbas y rituales de purificación.

Entre el Tigris y el Éufrates

Los primeros documentos médicos son las tabletas cuneiformes de la Mesopotamia, que datan del 3000 a. C. Lo sumerios tenían tres categorías médicas: videntes, magos y sacerdotes cirujanos, así como una farmacopea vegetal: cassia, asafátida, mirto, tomillo, sauce y dátiles; otra de origen animal: leche y caparazón de tortuga; y una tercera de estirpe mineral: el salitre.

Tableta cuneiforme mesopotámica de arcilla; 3.500 a.C. Sumeria.

El cuneiforme es un sistema de escritura sumerio y la contribución cultural de la ciudad de Uruk, que permitió la creación literaria. El nombre proviene del latín cuneus («cuña»). Utiliza un estilete que graba muescas sobre la arcilla blanda, para representar palabras-signos (pictogramas),

Con la irrupción de los acadios, Babilonia se convirtió en la capital de la antigüedad; allí el Código de Hammurabi sancionó con amputación de manos la negligencia médica, Los asirios identificaron trescientas plantas medicinales, las cuales sometía a influjos mágicos, administrándolas según fechas astrológicas.

No muy lejos, el soleado clima de Egipto originó una rudimentaria oftalmología, así como una cosmética para daños dermatológicos. El papiro de Ebers, de veinte metros de largo, prescribe antimonio y carbonato de sodio para proteger los ojos, así como digitalis en el tratamiento de la falta de aire (asma cardíaca). Los egipcios dotaron de policromías a los recipientes para guardar bálsamos o pócimas y anticiparon formas de conservar los fármacos, al igual que cuatro mil años después lo haría la industria farmacéutica de nuestros días.

Pero todo comenzó con una tos, una fiebre, una herida mal curada. Con un ser humano que, sin saberlo, iniciaba una búsqueda que aún continúa: la de entender su cuerpo, aliviar su dolor y prolongar su vida.

Autor: José Antonio Sáenz. Médico psiquiatra. Autor de ‘El medicamento’, Caracas, 1991.

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